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lunes, 18 de marzo de 2013

Probablemente la mitad de nosotros está en la vejez...

Y la vejez, se dice, es la sede la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo, cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús. Demos esta sabiduría a los jóvenes: como el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor, demos a los jóvenes la sabiduría de la vida». Así ha hablado esta mañana el Papa Francisco a los cardenales en su primer encuentro con todos ellos, en la Sala Clementina.


 El pontífice ha improvisado varias veces durante su discurso, como cuando ha informado a los purpurados, de que uno de ellos, el cardenal Jorge Mejía había tenido un infarto y estaba ingresado en una clínica romana. «Su salud es estable –ha dicho– y manda saludos para todos».
El Papa había escuchado antes las palabras de saludo, en nombre de todos los miembros del Colegio cardenalicio, del Cardenal Decano, Angelo Sodano:
«Demos gracias a Dios Nuestro Señor. Es la invitación litúrgica que nosotros, los Padres Cardenales nos dirigimos recíprocamente, entre los seniores y los juniores, para agradecer al Señor el don que ha hecho a su Santa Iglesia dándole un nuevo Pastor... Sepa, Santo Padre, que todos nosotros, sus cardenales, estamos a su entera disposición buscando formar con Usted el Cenáculo Apostólico de la Iglesia naciente, el cenáculo de Pentecostés. Procuraremos mantener 'la mente abierta y el corazón creyente' como Usted ha escrito en su Libro de Meditaciones».
En su discurso, el Papa Francisco ha afirmado que el encuentro de hoy quería ser «casi una prolongación de la intensa comunión eclesial», experimentada durante el Cónclave. «Animados por un profundo sentido de responsabilidad y alentados por un gran amor por Cristo y por su Iglesia –ha recordado– hemos rezado juntos, compartiendo fraternalmente nuestros sentimientos, nuestras experiencias y reflexiones. En este clima de gran cordialidad han crecido el conocimiento y la apertura mutuas».
El Santo Padre ha recordado el período del Cónclave, «lleno de significado no solo para el Colegio Cardenalicio sino para todos los fieles. En estos días hemos sentido muy de cerca el afecto y la solidaridad de la Iglesia universal y también el interés de tantas personas que, incluso sin compartir nuestra fe, miran con respeto y admiración a la Santa Sede». Asimismo ha expresado su agradecimiento a todos los cardenales por su cooperación en la guía de la Iglesia durante la Sede Vacante, desde el cardenal Angelo Sodano, Decano del Colegio Cardenalicio, al Camarlengo, cardenal Tarcisio Bertone y al cardenal Giovanni Battista Re «que ha sido nuestro jefe en el Cónclave».
«Pienso con profundo afecto y con gratitud en mi venerado predecesor, Benedicto XVI que en estos años de pontificado ha enriquecido y vigorizado a la Iglesia con su magisterio, su bondad, su guía, su fe, su humildad y su mansedumbre que permanecen como patrimonio espiritual para todos». Y ha señalado que «como tantas veces, con sus enseñanzas y, por último, con su gesto valeroso y humilde, nos ha recordado Benedicto XVI, es Cristo el que guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza que vivifica y une hace un sólo cuerpo de muchos: el Cuerpo místico de Cristo».
Terminado su discurso el Papa saludó uno por uno a todos los cardenales presentes en la Sala Clementina.

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