Cuanto más se es del Señor, menos se es del mundo; cuanto más se renuncia a lo que no vale, más se nos hace partícipes del sufrimiento y del gozo del Señor.
El discípulo vive siempre en tensión, entre un presente de sufrimiento transitorio y un futuro que encierra la esperanza de un gozo sin fin. Esta esperanza y certidumbre de la fe anticipan ya aquí en la tierra el gozo futuro, aunque sea mezclado con el sufrimiento y las lágrimas.
El mismo Jesús dijo a sus discípulos: “Si fueseis del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, pues yo os elegí y os saqué del mundo, por eso os odia el mundo” (Jn 15,19) (Anna Maria Cànopi, Dichosos seréis).
El discípulo vive siempre en tensión, entre un presente de sufrimiento transitorio y un futuro que encierra la esperanza de un gozo sin fin. Esta esperanza y certidumbre de la fe anticipan ya aquí en la tierra el gozo futuro, aunque sea mezclado con el sufrimiento y las lágrimas.
El mismo Jesús dijo a sus discípulos: “Si fueseis del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, pues yo os elegí y os saqué del mundo, por eso os odia el mundo” (Jn 15,19) (Anna Maria Cànopi, Dichosos seréis).
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