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jueves, 7 de marzo de 2013

Hay un amor dolorido



En la cruz de Cristo están recogidos todos los sufrimientos de los hombres. Todos acompañan a Cristo en el misterio de la cruz.
Por eso, -digo-, que: Hay un amor que es dolorido.
El dolor es un sentimiento de pena.
Es pesar.
Es arrepentimiento. Y el arrepentimiento tiene mucho de amor. Duele haber causado dolor al amor. Dolor de amor es mucho más amor.
Sufrir, sentir un daño, o un dolor.
Sufrir, es recibir con resignación un mal; ya sea físico, ya sea moral.
Sufrir es soportar.
Sufrir es sostener.
Sufrir es resistir. Resistir es tolerar, es aguantarse. Es combatir, es bregar.
Sufrir es consentir.
Sufrir es permitir.
Es someterse.
Es conformarse.
El dolor no es gozar; y se puede encontrar en él, ¡el gozo!
Morir de dolor. Morir de amor.
Sin miedo ante el dolor, sin miedo. No tengas miedo al dolor, el dolor te hace estar vivo.
Sin dar la lata. Sin sufrimientos añadidos, el enfermo sufre o lo parece... El sufrimiento es para los que le aman. No pueden calibrar lo que sufre, y sufrimos mucho por los que amamos.
Un enfermo es... ¡una cosa! Un florero que no protesta, que agradece que le cuiden, que le pongan flores, que le cambien el agua..., ya no puede hacer su voluntad..., pero puede hacer fácil que le atiendan, y seguir haciendo la vida muy agradable, y dar muy buen ejemplo, -como antes-.
Se puede amar el dolor. Se puede agradecer. Se puede sonreír. Se puede hacer todo fácil. Se puede seguir siendo un encanto, -dolorido-.

Hoy...
Sé que el valor de la enfermedad es infinito.
Hoy sé que el precio fue toda la sangre de aquel crucificado que era Dios.
No me costó nada este tesoro, fue un regalo amabilísimo por el que quiero morir agradeciendo.
Agradeciendo, agradeciendo...

Ahora...
Ahora, me divierte jugar al escondite con mi madre, buscando la fruta y los sobaos, “que nos los comen, -dice-”, por toda la casa.
Aún la tengo.
Símbolo del inquebrantable espíritu humano de lucha, esperanza y libertad.
Vivimos -como una pareja de hecho-, como Morgan Friedman y miss Daissy, como dos amigas-, como madre e hija; e hija y madre, a veces confundidas, y otras no.
Así seguimos viviendo.
¿Mayor? ¿Enferma? ¿Joven? ¿Sana?
Hija y madre..., madre e hija..., así seguimos viviendo agradecidas.
Por eso, por todo esto te pido, que cuando sufras te acuerdes que somos muchos los que te queremos, y también muchos los que sentimos como tú..., y vamos tirando.

Blu, 2009

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