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martes, 5 de marzo de 2013

Hablando del Venerable don Álvaro del Portillo

El Colegio de Ingenieros de Caminos de Madrid fue la sede, ayer lunes, de
la presentación del libro “Álvaro del Portillo, un hombre fiel”, escrito
por Javier Medina Bayo. Entre el público que llenaba el salón estaban
Teresa, hermana de D. Alvaro, y un buen grupo de sobrinos y familiares.

Enorme cariño a Don Alvaro, podría ser el resumen de la presentación. Ese
afecto es evidente, como se notaba anoche en la alegría de cuantos
asistieron para compartir detalles de una vida caracterizada por “la
fidelidad y el servicio a la Iglesia”, “por un hombre que tenía y daba
paz, que hacía amable la verdad y la lealtad a la Iglesia”, en palabras de
Javier Medina Bayo.

La sede del Colegio en Almagro, 42 fue la mejor para acoger un acto
protagonizado por quien fuera Ayudante de Obras Públicas y Doctor
Ingeniero. Junto al autor, intervinieron también Alfonso Aguiló, Ingeniero
de Caminos y Director del Colegio Tajamar; Manuel Elices, Catedrático de
Ciencia de Materiales en la Politécnica de Madrid y miembro de la Real
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; y Juan Antonio
Santamera, Presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos.


Docencia con convicciones


Santamera calificó a su colega como “un referente espiritual” y aludió a
la Ingeniería de Caminos como carrera que “nos prepara para acometer con
dedicación y rigor cuanto la vida nos depara”. Aguiló contó cómo conoció a
D. Alvaro en 1976 y cómo las dificultades que superó a lo largo de su vida
ayudaron a crear y fueron “la forja de un ideal de servicio”.



Por su parte, Manuel Elices recordó el doctorado honoris Causa que recibió
el 29 de enero de 1994 de manos de D. Alvaro, como Gran Canciller de la
Universidad de Navarra. Recuerdo que me insistió en “ser generoso, en
dedicar tiempo a cada alumno, en darles convicciones contra el egoísmo.
Actúa de forma que entusiasmes a un mundo cansado”.


Amor al Papa, sea quien sea


En referencia al período de sede vacante que vive la Iglesia, Medina Bayo
destacó en declaraciones a los medios “las manifestaciones de amor filial
que tuvo con los romanos pontífices y con la curia vaticana: actuaba como
un hijo que sólo desea dar alegrías a su padre”. El autor explicó con
detalle los pasos de su causa de canonización.



D. Javier Medina recordó cómo vivió D. Álvaro los cónclaves de 1978, que
eligieron a Juan Pablo I y Juan Pablo II: “como aprendió de san Josemaría
y lo vivieron en cónclaves anteriores, rezó muy intensamente por el futuro
pontífice y se llenó de agradecimiento en cuanto salió la fumata blanca,
sin saber quién había sido elegido”.



Medina Bayo citó una carta de mons. del Portillo al cardenal König, en
octubre de 1978, en la que le aseguraba: “Estoy muy unido a sus
oraciones, en estos difíciles e importantísimos momentos de la vida de la
Iglesia: cuánto rezo y hago rezar por el Sagrado Colegio, para que elija
un Papa lleno de vida interior, de prudencia y fortaleza sobrenaturales”.



El autor destacó también “un excepcional servicio a la Iglesia, sin ningún
protagonismo, con aportaciones muy importantes a la teología del sacerdocio
y a la configuración del estatuto de los laicos, como consultor de varios
dicasterios y en su trabajo en el Concilio Vaticano II”.



Alvaro del Portillo (Madrid, 1914-Roma, 1994) era Doctor Ingeniero de
Caminos, Doctor en Filosofía y Letras y en Derecho Canónico. Desde su
incorporación al Opus Dei en 1935 fue “la ayuda más firme y el colaborador
más próximo de san Josemaría”, al que sucedió en 1975 con “la absoluta
lealtad al espíritu que el fundador había dejado”, según Medina Bayo. Fue
el primer prelado de la prelatura del Opus Dei y consagrado obispo por
Juan Pablo II en 1991.



Su causa de canonización fue abierta en 2004 y en junio de 2012 Benedicto
XVI le declaró Venerable, al confirmar que ha vivido en grado heroico
todas las virtudes cristianas y goza de fama de santidad en la Iglesia.



Javier Medina señaló que “durante los 19 años que dirigió la Obra, se
comenzó el trabajo apostólico estable en 20 nuevos países. A la vez,
impulsó iniciativas de gran alcance social, fomentando la responsabilidad
personal de sus promotores directos, con ritmo y armonía, como un hombre
que tenía y daba paz”.

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