Traduce

viernes, 22 de marzo de 2013

Peccata minuta



Esta expresión latina significa literalmente "pecados pequeños", pero se usa en castellano para designar cosas sin importancia, de poca monta.


Esta mañana me he quedado pensando un rato precisamente sobre esta paradoja: que para designar una cosa de poco valor o importancia se emplee esta expresión.

Es verdad que existen pecados mortales y pecados veniales. Los primeros son graves y producen una ruptura de la amistad con Dios; los segundos, en cambio, enfrían el amor y nos alejan de Dios sin llegar a separarnos de Él. Los pecados veniales son leves porque no producen la muerte del alma.

Sin embargo, realmente non hay ningún pecado pequeño. Si pensamos en nuestra relación con Dios Creador y Redentor y en las consecuencias del pecado en el mundo, podremos advertir que en toda ofensa a Dios existe un abismo de maldad: la criatura ofende a su Creador del que no ha recibido más que bienes.

Si entre dos personas humanas unidas por lazos familiares se llegaran a establecer estos mismos parámetros de conducta que aplicamos a Dios, está claro que la relación no duraría. Los insultos y faltas de respeto, los golpes y malos tratos, nunca son peccata minuta a pesar de que puedan ser sólo pecados veniales. Cada mala contestación, cada comentario mordaz, es una ofensa a la persona querida (y a Dios, que es nuestro Padre) y exige una reparación. Muchas veces pedimos perdón a esas personas con las que convivimos y nos olvidamos de pedírselo a Dios. Le quitamos importancia a la pereza, a la sensualidad, a las mentiras y engaños pequeños, pequeños hurtos. Peccata minuta, pensamos.

Pero no se nos ocurre decirle a alguien que un insulto sea un peccatum minutum. Ciertamente, no nos llevarán a la cárcel por eso, pero tiene su importancia y enfría realmente la amistad, que será necesario restablecer en seguida.

Pues si eso se dice de la relación entre dos personas humanas, ¿qué tendremos que decir de la ofensa a las Personas divinas? Santo Tomás de Aquino explicaba que un solo pecado constituye
un desorden mayor que el peor cataclismo que asolara la tierra, «pues el bien de la gracia de un solo hombre es mayor que el bien natural del universo entero». Esto es precisamente todo lo contrario de lo que decimos con demasiada ligereza cuando lo referimos a ofensas a Dios: peccata minuta.

Precisamente éste es uno de los peligros mayores: "cazad las raposas, las pequeñas raposas, que destruyen la viña, nuestras viñas en flor"  (Cant 2, 15). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario