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martes, 5 de marzo de 2013

La clase media es un concepto vaporoso



 La clase media no se sabe muy bien dónde comienza ni dónde termina, pero su fuerza económica es indiscutible: es el segmento de población que más influye en la prosperidad de un país. En España, la crisis ha batido a esta clase media con tanta dureza que ha desconcertado, incluso, a los investigadores económicos y ha dejado al descubierto deficiencias de nuestro modelo de crecimiento que los años de bonanza consiguieron disimular. Porque el «boom» del ladrillo, además de cientos de miles de viviendas vacías y un exceso de deuda que aún llevará años digerir, también creó una burbuja social, un espejismo de clase media, que definitivamente se ha desvanecido.

La teoría dice que las crisis afectan más a las familias con salarios más bajos. Pero la recesión española ha sido en este sentido la excepción que confirma la regla. «Como los sueldos en la construcción subieron mucho en los años anteriores al estallido de la burbuja, los trabajadores de este sector se habían convertido en la nueva clase media. Esto explica en parte por qué la crisis en España ha tenido tanto impacto en este segmento», explican Laura Hospido, investigadora del Servicio de Estudios del Banco de España, y Stéphane Bonhomme, profesor en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi), autores del primer y único estudio sobre el aumento de las desigualdades salariales por la crisis en nuestro país.
Las implicaciones a futuro de una descapitalización así no son menores. El consumo privado en España -que básicamente está determinado por los hogares de renta media- generaba hasta ahora el 55% del PIB. Pero el desgaste social puede ser incluso mayor. «Durante la expansión vimos como la demanda de trabajadores jóvenes, con bajo nivel educativo y altas tasas de temporalidad, permitía acortar las diferencias salariales con respecto a trabajadores más experimentados, más cualificados y con contratos indefinidos. De hecho, esto animó a muchos jóvenes a abandonar los estudios», relatan Bonhomme y Hospido.

Y es que hubo un tiempo en España en que estudiar no era rentable. Pero ahora la factura viene con intereses. Encontrar una ocupación para «lo que parecía ser una clase media pero que han resultado ser personas con escasa formación y baja empleabilidad» es un reto mayúsculo, en opinión de Marcel Jansen, catedrático de Historia Económica de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador de Fedea. «Estos jóvenes han quedado marcados por una cicatriz imposible de borrar», afirma. Con un 55,1% de paro entre los menores de 25 años según la última Encuesta de Población Activa, el estigma de la crisis amenaza también al colectivo que está llamado a ser la clase media del mañana. «De anteriores crisis sabemos que los jóvenes sufren los efectos de las crisis con carácter vitalicio. Estar apartados del mercado laboral les condena a un salario inferior para toda la vida porque cuando la economía se reactive tendrán que competir con los recién licenciados que siempre son mejor recibidos en las empresas», continúa Jansen.

Menos renta, menos gasto
Pero el estudio sobre las desigualdades de Hospido y Bonhomme desvela que es toda la clase media, también aquella que obtiene ingresos ajenos al sector inmobiliario, la que lleva sobre sus hombros el peso de la recesión. Durante años, la economía española ha sido muy dependiente de pocos sectores y, además, cíclicos, muy vulnerables a los periodos de caída económica. O dicho de otro modo, se pusieron demasiados huevos en pocas cestas. «Ahora la debilidad del consumo es generalizada y determinante. Nada consigue reactivar la demanda. Las familias tienen hoy un nivel de renta menor que en 2008 y sus ajustes, que en un principio afectaron a gastos extraordinarios, como el ocio, ya se notan incluso en bienes básicos», explica Sara Baliña de Analistas Financieros Internacionales (Afi).
La moderación salarial, reclamada a España insistentemente por todos los organismos internacionales al comienzo de la crisis, ha entrado definitivamente en juego. Los menores salarios unidos a los mayores impuestos aprobados por el Gobierno para reducir los niveles de déficit público han reducido los niveles de renta hasta influir notablemente en los patrones de gasto.
La subida de impuestos ha supuesto un importante mordisco a la renta de los millones de asalariados españoles. Según los cálculos de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), el alza del IRPF puesta en marcha a comienzos de año ha restado 222 euros de media a la nómina anual. En cuanto a la subida del IVA, que entró en vigor el pasado mes de septiembre, tendrá un coste de entre 94,9 y 1.370 euros al año, según una estimación de la Fundación de Cajas de Ahorros.
Desde el Servicio de Asesoramiento de Consumo y Hogares (SACH) que elabora Afi se ha detectado un cambio muy relevante en los patrones de gasto. «Al comienzo de la crisis, comenzaron a ganar terreno todos aquellos productos de bajo coste. Pero ahora ni si quiera ellos aguantan. En 2012, las aerolíneas «low cost» han perdido pasajeros, las líneas de teléfonos móviles han caído también en las llamadas operadoras virtuales, los productos frescos dejan de consumirse en favor de las conservas y los congelados...», relata Baliña.

Menos hogares en España
También ha comenzado a reducirse ya el número de hogares. En el último trimestre de 2012, había en España 65.800 núcleos familiares menos que en el trimestre anterior, hasta 17.406.000, según datos del Instituto Nacional de Estadística. «Esto no sólo se debe a la salida de extranjeros que vuelven a su país ante las malas perspectivas laborales de España. También estamos viendo un importante proceso de reagrupamiento familiar ante la falta de recursos». El papel de los mayores de 65 años resulta clave en este punto. No en vano es el único colectivo que aumentó sus gastos el año pasado.
Aun sabiendo el importante efecto de red de seguridad que juegan los jubilados en nuestra crisis, el ajuste de las pensiones no es ajeno a la polémica. «Hay que priorizar los gastos e invertir más en la generación que puede generar ingresos en el futuro», explica Jansen. «Es importante repartir el coste de la crisis de forma justa entre las distintas generaciones. El futuro está en los jóvenes y pasa inevitablemente por su formación», concluye.

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