Traduce

martes, 26 de marzo de 2013

La forma, el color, su disposición... hasta el último detalle tiene su significado en los adornos florales, toneladas, que estos días acompañan las procesiones

 

Pasarán más de cuatro horas hasta que los cientos de flores cubran de color el palio. Antes, varias serán las personas que trabajen para reunir las rejillas y esponjas necesarias para cubrir cada milímetro del paso. Serán claveles, lirios, orquídeas o gladiolos. Los colores van desde el blanco hasta el rojo, pasando por el púrpura, pero sin olvidar el verde. Todo dependerá de las cofradías. Ellas tienen la última palabra.

Existe todo un lenguaje, un código que llena de calidez y armonía los pasos sirviéndose de la sencillez de las flores para enaltecer la belleza de las imágenes y reconocer a sus cofrades. A la hora de decidir el exorno floral se tienen en cuenta dos aspectos fundamentales: qué momento está representado en el trono y qué caracteriza a la cofradía. No es lo mismo completar un Cristo que una Virgen.
Pureza, sufrimiento, penitencia y sacrificio son los sentimientos que afloran en los rostros de las imágenes. Cada uno de ellos se simboliza con las flores que adornan los tronos. El rojo es el color del sacrificio, de la sangre derramada en la redención. Lo derrochan los centenares de claveles que conforman los mantos florales sobre los que reposan los Cristos vivos y Cautivos. El morado, en cambio, es reflejo del sufrimiento del penitente y se escribe en el lenguaje floral con lirios. La pureza de la Virgen se transmite a través de los pétalos blancos de las rosas, claveles, orquídeas o gladiolos. El verde es el encargado de romper esta gama con las tonalidades propias de las hojas de laurel y de camelia o las ramas de pino y hiedra.
La forma en que se disponen las flores tampoco se deja al azar. Cada una tiene su significado. Pueden colocarse en los fanales —los jarrones—en los laterales de forma redondeada o terminarlos en punta. Los redondeados son de hermandades más populares mientras que los de punta recrean la silueta de un ciprés y transmiten espiritualidad, silencio. Los exornos redondeados son habituales en hermandades con mucha tradición.

Crisis que crean tendencia

A pesar de este «protocolo», son las cofradías las que deciden qué flores formarán parte de los exornos. Una decisión que este año se ha visto marcada por la crisis, tanto económica como de buen tiempo. La lluvia ha hecho que la producción de clavel nacional se haya resentido y se ha disparado su precio debido a la necesidad de importarlo desde países como Colombia. Por eso, según Pilar Martín de la Floristería Verdegal (Granada), «los claveles serán protagonistas pero en muchos casos serán sustituidos por iris para abaratar costes». Otro tanto sucederá con los lirios.
No obstante, claveles y lirios seguirán siendo las flores por excelencia de la Semana Santa, sobre todo, en los exornos florales de las cofradías más tradicionales. Habrá otras que pondrán al mal tiempo buena cara y optarán por innovar con flores no tan clásicas pero sí cada vez más frecuentes, como las orquídeas o los gladiolos.
Los exornos florales se ajustarán a los tiempos, crearán nuevas modas. Eso sí, jamás renunciarán a su verdadero sentido: ser el complemento que realce la belleza de la imagen que preside un trono y los valores de cada cofradía. Todo en perfecta armonía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario