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martes, 31 de julio de 2012

San Ignacio de Loyola


Su vida transcurre en una encrucijada de la historia, el paso de la edad Media a la Moderna. Hechos tan significativos como la conquista de Granada, el descubrimiento de América, el reinado e imperio de Carlos V, la escisión luterana, el Concilio de Trento ...  generan un nuevo concepto de humanidad y de universalidad.
Los nuevos tiempos plantean la cuestión sobre el sentido de la vida, e Ignacio va a aportar honestamente su descubrimiento: Dios se comunica con la persona que le busca, y le muestra el camino por el que mejor le puede servir. A partir de esta convicción, dedicó su vida a buscar y cumplir el amable querer de Dios. No sólo esto: iniciará a otros en esta búsqueda.
Juventud, formación y aventura 
Fue el menor de trece hermanos de una familia vasca acomodada e influyente. Los Loyola son patronos de la parroquia de Azpeitia (Guipúzcoa). Su madre muere al poco tiempo. Su padre lo confía, desde los siete años, al Contestable Mayor del Reino de Castilla, Juan Velázquez de Cuéllar. Recibe así una educación cortesana como uno más de los diez hijos de su tutor, empleados como pajes y damas de honor en los palacios reales.
A los 26 años, lucha al lado de su señor enfrentado al Cardenal Cisneros, regente de Carlos I, para conservar el señorío de unas villas castellanas y rescatarlas del dominio de Germana de Fois, a quien el propio Carlos I las había donado injustamente. La derrota y muerte de Velázquez de Cuéllar le deja sin sueldo ni beneficio.  
Al servicio del Duque de Nájera, Virrey de Navarra, y en la brava defensa de Pamplona contra los franceses, cae gravemente herido en las piernas por una bala de cañón (1521). Paradójicamente, va a convertirse en un gran andador, cojeando "solo y a pie" por Europa, primero, y oteando minuciosamente desde Roma los nuevos caminos del Mundo a través de sus compañeros, luego. Ahora bien, siempre más fue peregrino íntimo del Espíritu, por el cual deseaba ser utilizado como instrumento, aunque romo e indigno.
Pero en el tiempo que nos ocupa, se describe a sí mismo como muy laxo en la moral, en cosa de juegos y de mujeres, aunque ferviente en la fe. Era vanidoso, desgarrado y soñador. Tenía que despertar.

1 comentario:

  1. Dios se comunica con la persona que le busca, y le muestra el camino por el que mejor le puede servir.

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