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viernes, 17 de agosto de 2012

El amor es Dios mismo


Dios es en sí mismo amor; o sea, el amor es Dios mismo, se identifica con Él. Es amor trinitario, a la vez el Amante, el Amado y el Amor; el Donante, el Don y el Receptor. Para que haya amor tiene que haber tres elementos; por esencia los incluye: Un amante, un amado y una precisa relación entre ambos (1).

El amor sale de sí, se abre, se ofrece, se autodiferencia ya internamente en el Hijo y en el Pneuma. El Dios amor no puede menos de ser trinitario, no unipersonal. Ya en esa hondura se anuncia cómo la Trinidad no destruye el monoteísmo, sino que lo expresa en su filigrana más pura.

El Padre es puro darse, el Hijo es puro recibirse y el Espíritu es el puro amor tanto del darse (Padre) como del recibirse (Hijo); amor que es puro gozo o alegría (Avelino de Luis Ferreras, Amén al amor: Ser y vivir en cristiano).

(1) San Agustín, De Trin. VIII, 10: “ecce tria sunt, amans et quod amatur et amor”.

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